Mi padre murió en febrero, no recuerdo el día, pero sé que era febrero. Desde ese momento mi relación con el tiempo cambió y dejé de ir tan rápido, tan distraída, tan ensimismada, intentando buscar señales, desesperadamente buscándolo a él.

Comencé a notar los árboles y las ventanas, las nubes y a las lagartijas. Cris llegó con la Pentax, con las 36 tomas, con los 35 mm, con el blanco y el negro.

Desde ese día me detengo a admirar lo que sé que él hubiera notado, trato de congelar lo que no se puede detener, para no olvidar, para comunicarnos, para encontrarnos, para aferrarme a los instantes y, sobre todo, a él.

Y así comenzó todo

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